Presentación de la obra de estos artistas de Cadiz que exploran distintos lenguajes artísticos para expresar su visión de lo construído alrededor del cuerpo humano.
Las obras del artista portugués se encuentran entre la escultura y el modelo arquitectónico: clasificar y aprehender el espacio para intentar domesticarlo.
Situada en un promontorio la casa pretende fundirse en el lugar, se instala sobre una base de hormigón ciclópeo elaborado con piedras de la propia excavación y se desarrolla en forma longitudinal.
La casa se resuelve en una caja de 33x18x8, con caras perimetrales ciegas y un único hueco que indica el acceso a un patio con limoneros, antesala del espacio principal de la vivienda.
Con una geometría austera, unos pocos materiales y una hábil distribución espacial, esta vivienda condicionada por el bajo presupuesto, actualiza el lenguaje de la arquitectura tradicional de la isla.
La casa se construye sobre una plataforma de listones de madera que parecen adaptarse a la pendiente del terreno. La vivienda se resuelve en una L que abraza la piscina que se confunde visualmente con el mar.
Para mantener un diálogo con el entorno sin alterar la ladera de almendros en la que se asienta, la vivienda se adapta a la topografía y se despoja del lenguaje doméstico adoptando una imagen hormigonera similar a la de una infraestructura de servicio. El programa se organiza en dos volúmenes excavados, vinculados por un pasadizo enterrado, que alojan una serie de espacios de altura y sección variable.
La vivienda se sitúa en un lote perpendicular a la costa, de 250m x 18m. Se alza sobre una plataforma elevada y el programa se divide en tres volúmenes de forma irregular, en planta y en corte, articulados en torno a un vacío que funciona como espacio principal.
La vivienda, situada en una zona agrícola rodeada de montañas y bosques naturales, se organiza en dos volúmenes unidos mediante una rampa de acceso. Tanto el sistema estructural como los cerramientos exteriores se resuelven con hormigón, sólo interrumpido por los aventanamientos que "atrapan" el paisaje.
La casa se organiza en dos volúmenes independientes, que alojan separadamente las actividades diurnas y nocturnas, comunicados por una galería con escalera que trascurre por debajo de la plataforma de la piscina. Se potencia la relación interior-exterior mediante la disposición de estos cuerpos en relación al terreno y al espejo de agua, que actúa como conector de la arquitectura y el paisaje.
La complejidad del programa de esta casa de fin de semana consistía en las variadas posibilidades de ocupación lo que implicó un diseño de <vivienda flexible>, por bandas independientes tanto física como energéticamente, que permitan abrir o cerrar espacios de la vivienda según la demanda. También se planteó una estrategia de implantación respetuosa del entorno, que permite que el volúmen quede escondido tras la ladera, enrasado con el nivel de la calle, permitiendo visuales fluídas.
La vivienda aprovecha el desnivel del terreno para sectorizar el programa: la planta enterrada aloja el garage, los dormitorios y un espacio de juegos, todo iluminado por un patio y en la planta superior se ubican las funciones más públicas: sala de estar, biblioteca, comedor y cocina. La particularidad reside en la envolvente, totalmente vítrea, que le otorga una imagen liviana y transparente.
La casa, ubicada en un lote con ligera pendiente y poblado por distintas especies arbóreas, propone cubrir los intersticios dejados por la naturaleza. Se disponen dos plataformas, a las que se accede por una pequeña escalera, revestidas con pavimentos blandos, debajo de las cuales se desarrollan los espacios domésticos.
La vivienda se inscribe dentro de un plan que comprende la construcción de cuatro residencias unifamiliares en torno a una piscina. La casa se resuelve en un recinto cuadrado, de gruesos muros encalados con pequeñas ventanas, reinterpretación de la arquitectura vernácula.
La vivienda, localizada en una pequeña población costera de entorno rural, se sitúa sobre una abrupta ladera. El proyecto intenta fundirse con el terreno, con su forma y materia, hasta convertirse en suelo sobre el cual se puede caminar.
La casa se diseña como un volúmen monolítico, apenas calado por huecos que responden a las necesidades interiores. Se construye con materiales nobles, hormigón y acero cortón, por su durabilidad y capacidad de transformación.
Las difíciles proporciones del solar unido a la escala rural del emplazamiento y el deseo de entablar un diálogo con un muro de granito existente, motivaron el diseño de dos prismas rectangulares situados junto a ese muro siguiendo las direcciones marcadas por éste.
El programa se distribuye para crear ámbitos de diferentes cualidades: en planta baja se extiende el área social en un cuerpo alargado que recupera las mejores vistas y la planta superior alberga los dormitorios y cuartos de invitados en una pieza perpendicular a la anterior.
Situada en un entorno natural protegido, la casa ocupa la máxima superficie de terreno permitido y deja el resto del volúmen en voladizo, utilizando una estructura inspirada en la construcción de barcos.
Con una geometría sencilla, una distribución elemental en planta y un escueto presupuesto, esta vivienda localizada en una pequeña población rural responde a la complejidad de combinar actividades rurales y modo de vida urbano.
La vivienda desafía la normativa desplazando las dos plantas superiores. El segundo nivel se proyecta sobre el acceso mientras que el primero avanza sobre el océano con un voladizo de ocho metros.
La casa, situada en un solar estrecho, abrupto y alargado, se resuelve en forma escalonada. La propia vivienda se convierte en un camino que comunica los dos accesos a la parcela. El modesto presupuesto motivó la decisión de enterrar la casa parcialmente favoreciendo la optimización del comportamiento térmico.
La casa se implanta en medio de un valle como un largo muro de hormigón visto, material que además de servir como elemento constructivo proporciona un acabado sobrio que contrasta con la diversidad cromática y de texturas de la naturaleza.
El encargo comprendía la rehabilitación de una casa centenaria y la conversión de una pequeña construcción agrícola anexa en una pequeña vivienda unifamiliar. Se recurrió al uso de cubierta de zinc, paredes de hormigón encofradas con la misma madera utilizadas en las puertas para que la vivienda responda a las características de la arquitectura vernácula.
Dada la pronunciada pendiente del solar se opta por dividir el programa en dos plantas: la inferior, semienterrada y limitada por un muro de piedra, alberga los espacios domésticos y el garage mientras que la superior, una caja opaca de hormigón, contiene los dormitorios.
La casa se plantea como una alfombra ondulada protegida por una sombrilla. La geometría se complejiza al introducir tres parámetros: el terreno, la ergonomía y los diagramas resultantes del cálculo de la estructura.
La vivienda, de tono experimental, recurre para su concepción y materialización, a tecnologías y productos de desarrollo científico: proceso CAD/CAM, cerramientos laminares con fibras kevlar, piezas curvadas de corian, membranas elastoméricas EPDM y ETFE. La casa, una plataforma topográfica tridimensional, se resuelve a partir de una base de hormigón armado sobre la que se asienta la estructura de acero de forma sinuosa y los cerramientos de los materiales citados.
Como un mecano de enormes dimensiones la estructura se compone de siete vigas apiladas; este apilamiento de elementos pesados da lugar a un singular lenguaje y posibilitó que la estructura se ejecutara en 7 días.