El centro es un satélite estratégico de la Universidad de Syracuse, cuyo campus principal se encuentra en una colina cercana. Se ubica en un solar que había ocupado una fábrica, el lote también alberga una delicada torre de control de datos ambientales y en el futuro un nodo de transporte local. El edificio tiene las características de la escultura ambiental, estableciendo la generosa rampa como zócalo. Mientras que el basamento alberga espacio de laboratorio industrial, los pisos superiores combinan espacios de estudio y laboratorio para que los científicos trabajen en proximidad y con condiciones de iluminación óptimas.
El eco-resort no se resuelve como un bloque monolítico sino una serie de estructuras sobre pilotes que alojan un total de 38 habitaciones basada en 9 temas y tres tipologías básicas. En el nivel superior, los "pilotis" son habitaciones con patios regulados justo por encima de las paredes circundantes y tienen vistas panorámicas sobre el desierto. El diseño cumple con el objetivo de ser "un retiro contemporáneo" y ofrece una conexión profunda con la cultura local, siendo el resultado de una colaboración con artesanos locales y de la consciencia del impacto ambiental. El hotel cuenta con una gran variedad de sistemas de optimización energética. Paneles solares proporcionan electricidad, energía geotérmica se utiliza para calentar el agua, la piscina y el spa se alimentan de manantiales calientes del desierto y las aguas grises son recicladas, para regar el palmeral y los jardines cercanos.
La autora repasa las prácticas de jóvenes arquitectos y estudios de arquitectura holandeses que demuestran un interés constante en la búsqueda de soluciones originales de diseño urbano, manteniendo el lugar de preferencia del paisaje en sus investigaciones.
Una estación de autobuses antiguos ha sido transformada en una "casa de la música". El trabajo de renovación y conversión procuró retirar las adiciones yuxtapuestas sobre formas, materiales y estructuras existentes. La superficie original y la planta se conservaron, lo mismo que los pilares de ladrillo en el perímetro, algunas columnas internas y piezas de la pared exterior de ladrillo. Los nuevos elementos encajan en la estructura preexistente, creando una nueva arquitectura con nuevas posibilidades espaciales. Cuatro habitaciones insonorizadas ofrecen espacio para ensayos y sesiones de grabación mientras que la circulación de distribución se articula en torno a ellas generando un reinto intermedio bien iluminado. En la planta superior se ubica un espacio multiuso también insonorizado que puede ser usado como sala de estudio, sala para conciertos o cabina de grabación.
El Centro funciona como un oasis botánico -cuenta con miles de especies de plantas-, como un centro de arte contemporáneo -alberga decenas de obras internacionales- y también como un espacio expositivo que amalgama de obras de arte y eventos vinculados. El encargo incluyó tres edificios, cada uno con características propias y función en consonancia con el carácter polifacético del parque. Las construcciones se desarrollan en varios gradientes haciendo del terreno una parte fundamental del programa arquitectónico. Esto es subrayado por un camino pavimentado en el perímetro oeste y llevando a un nivel intermedio donde se abre en una plaza flanqueada por una cafetería.
La galería de Cosmococa se encuentra en un sector de terreno inclinado. El edificio consta de cinco ambientes cuadrados separados, multiusos, que se organizan radialmente. Exteriormente el volumen enfatiza el sentido de inexpugnabilidad por el uso del revestimiento de piedra gris; en contraste, las paredes de cemento proporcionan un lugar discreto para las obras de arte.
El edificio se diseñó con la colaboración del artista Miguel Río Branco cuya colección va exponerse en la galería. Esta tarea conjunta propició la creación de un pabellón que combina la materialidad con un cierto refinamiento sensorial. Exteriormente, y por sugerencia del artista, la galería se vincula con el paisaje como un afloramiento natural mineral.
El centro educativo de Burle Marx alberga una biblioteca, auditorio y zona de cafetería. El programa arquitectónico horizontal se ajusta al sitio extenso, una característica enfatizada por la terraza accesible a lo largo del edificio. Grandes extensiones protegidas por elementos de sombra encierran un patio abierto. El gradiente suave en el lado sur es el sitio natural para un pequeño anfiteatro.
La iglesia parroquial se encuentra en la plaza junto a su singular campanario, un hito en forma de prisma alto con lados afilados. El edificio tiene tres pisos. Oficinas y salas de actividades comunitarias se ubican en la planta baja, con vistas a la plaza mientras las zonas para el culto se alojan en la segunda planta. La distribución espacial es flexible lo que permite la ampliación o reducción según sea necesario. Por encima de la galería un tercer nivel alberga el órgano y la oficina de cantor. Hasta ahí se llega por una escalera espiral de madera ancho suavemente inclinada o, en el lado opuesto, por una rampa lineal.
La biblioteca pública se ubica en el interior de la iglesia desacralizada de St Maur, estructura del siglo XVIII, utilizada antiguamente como centro artístico. El programa de renovación respetó el uso materiales originales, la estructura existente así como características históricas -tejado de pizarra, ventanas góticas- que fueron preservadas y restauradas. Así, el edificio original se convirtió en el contenedor para el diseño secuencial de la nueva función. Mientras la nave principal está asociada al acceso y a los sectores de atención al público, servicios y funciones accesorias se encuentran en las capillas laterales y la sacristía mientras que la cabina confesional se ha convertido en un puesto de escucha de música.