El urbanismo muere y nace con cada época de transformación urbana. Si la ciudad de los ferrocarriles, las fábricas y el hacinamiento, nacida en el torbellino de la Revolución Industrial, hizo colapsar al urbanismo barroco y tradicional, qué pasará, pues, con nuestra maltrecha disciplina en esta era de las autopistas, las computadoras e internet, pero también de las agudas diferencias sociales y la crisis ambiental.