Como respuesta al escarpado terreno colonizado por altos árboles, la casa crece en tres alturas. El programa se distribuye en función de los distintos niveles. La estructura realizada en madera mediante vigas y pilares atados por finas bandas modula el tamaño de las piezas de vidrio.
La casa fue emplazada en el área más despejada de un bosque junto al río Cutipay. Las dimensiones de la planta se ajustan al pequeño espacio disponible en el terreno en función del respeto hacia el bosque nativo. Se adopta una solución volumétrica simple, reforzada por la doble envolvente que resuelve la imagen y el acondicionamiento térmico de la vivienda.
La casa, de uso temporario, se localiza en el litoral marítimo del norte del estado de San Pablo, dentro de un condominio de casas. La edificación se sitúa paralela al mar; está formada por una cáscara de acero galvanizado, constituída por piezas prefabricadas, y las caras libres se cubren con paneles móviles o pivotantes que permiten una mayor apertura hacia el mar.
En medio de un paisaje de bosque tropical atlántico la vivienda trata de ocupar la mínima superficie sin resignar el programa. La pieza se divide en tres niveles: el superior contiene en una estructura de madera las suites, el intermedio alberga las actividades sociales y una piscina y el bajo los servicios y la residencia de los cuidadores.
Un minucioso estudio de las propiedades naturales de la parcela genera una geometría estrellada que proporciona una huella respetuosa, al conciliar la construcción de la casa con la preservación del arbolado existente.
Los volúmenes de la residencia se depliegan sobre los acantilados de la costa de Sidney, siguiendo el recorrido solar, a la vez que orientan los sectores principales hacias las vistas de la cambiante superficie del Océano Pacífico.La planta baja se instala sobre el escarpado perfil del lugar, interponiendo los servicios y liberando el borde costero a los dormitorios. Las áreas sociales son las que vuelan sobre el océano.
La planta trapezoidal de la residencia de verano se adapta respetuosamente al arbolado existente y sitúa los espacios principales en una diagonal que dirige las vistas hacia el litoral del archipiélago bañado por el Báltico.
Rodeada de afloramientos graníticos, la casa se despliega acomodándose al desnivle de la colina Killiney que desciende hacia la costa de la bahía de Dublin. El tratamiento del hormigón potencia la integración con el entorno.
Esta casa de veraneo adopta una composición volumétrica fragmentada que se despliega sobre la pendiente hasta el mar. El volúmen se compone de tres grandes bloques constituídos por dos plantas con un nivel subterráneo adicional. La conexión entre bloques de consigue por una serie de corredores a distintas alturas.
La parcela, estrecha, profunda y con fuerte pendiente, supuso la decisión de mantener tanto la visión dominante desde el acceso como que la casa resultara de la forma de descender desde esa situación hasta la cota inferior del terreno. Una lámina de hormigón se repliega a modo de cáscara formando un volúmen que en su vaciado ofrece variadas situaciones espaciales.
El volúmen de planta rectangular alberga dos viviendas adosadas coronadas por site cubiertas inclinadas a dos aguas que reproducen el escarpado perfil de una cordillera. Cada casa cuenta con dos dormitorios, un baño y una cocina-comedor-estar concatenados en una secuencia lineal.
El proyecto se genera desde una sóla pieza prefabricada de hormigón, que en el montaje puede situarse en cuatro posiciones y que resuelve estructura, cerramiento, mobiliario, escaleras e incluso una fachada jardín que es el origen del proyecto. Sobre una plataforma de hormigón que sirve como cimentación superficial se levanta el sistema de prefabricados.
Acomodada en la ladera del monte Midfell, la casa se mimetiza con su entorno con la ayuda del plano de cubierta que se prolonga bajo un manto vegetal, un recurso que también mejora la eficacia térmica.
Sobre la pendiente de una colina se distribuyen tres casas de retiro. cada residencia se orienta para capturar distintas vistas del paisaje y optimizar el aprovechamiento de la iluminación solar a lo largo del día. Un camino circular conecta las viviendas entre sí y conduce hasta las instalaciones principales de la congregación.
Una composición de planos blancos delimita las estancias, volcadas hacia los patios interiores, y enmarcan las vistas que descienden desde la cima de una escarpada ladera para dominar un entorno azotado por fuertes vientos.
Para disolver la transición entre el interior y el exterior, la casa se diseña a partir de la superposición de cuatro capas. Alrededor de un núcleo de hormigón se despliega un juego de celosías de madera laminada, que se cierran con una envolvente de policarbonato, en torno a la que se extiende un tejido de aluminio.
Dos muros de piedra que discurren en paralelo a las curvas del terreno separan las piezas principales de la casa, confinadas en una pareja de pabellones, de los que destacan los planos horizontales escalonados que enmarcan el paisaje.
En la zona rural al este de linz se encuentra la parcela limitada por masas de bosques donde se construye una casa comprimida en un ortoedro con planta cuadrada de 15 m. La casa se recubre con planchas de cobre interrumpidas por aberturas dispuestas en función de las vistas.
Como un mecano de enormes dimensiones la estructura se compone de siete vigas apiladas; este apilamiento de elementos pesados da lugar a un singular lenguaje y posibilitó que la estructura se ejecutara en 7 días.
Desarrollada en un estrecho paralelepípedo de 30 m de longitud, la vivienda se organiza en torno a un patio situado en la parte central. Este espacio separa las zonas diurnas y el garage de los dormitorios creando un recorrido de maracad axialidad. El empleo de materiales reciclables, paneles solares, dobles acristalamientos y colectores de agua de lluvia reflejan las preocupaciones ambientales.
Situada en la subdivisión rural de la isla, la casa explora la relación entre arquitectura y lugar al proponer una respuesta global que integre tanto los relatos sociales y culturales como las características de topografía, clima y vegetación del emplazamiento. La envolvente exterior ayuda al edificio a diluirse entre las sombras del pinar adyacente dotándolo de cierta inmaterialidad.
Protegido por una serie de delgadas chapas de cobre moduladas, el compacto volúmen de la vivienda se abre en su interior a un estrecho patio que separa los dormitorios y organiza las circulaciones.
La vivienda consta de tres cajas individuales, que resuleven distintas visuales hacia el entorno y el control climático, situadas entre los cactus del desierto. Estas piezas se recubren con chapas de acero en el exterior que permiten que las formas se integren en el paisaje natural.
La vivienda, prototipo prefabricado de la empresa Zenkaya, presenta una disciplinada geometría de líneas puras que genera unos grandes huecos acristalados que permiten establece run fluído diálogo con el exterior. Al desarrollar el programa en un espacio fluído que sólo agrupa zonas húmedas, el edificio prevé distintas posibilidades de ampliación mediante la adición de módulos.
Situada estratégicamente para aprovechar las condiciones climáticas se despliega en un compacto volúmen rectangular sobre una pradera con vistas a un lago. La metálica masividad de las fachadas longitudinales contrasta con los frentes cortos acristalados que se abren al paisaje.