Villa Serrana exploraba la novedad relativa de un turismo de tierra adentro, como escribir Vilamajó, diferente de la opción costera ya establecida. La tarea asumida por Vilamajó puede considerarse simétrica a la asumida por el arquitecto catalán Antoni Bonet en Portezuelo en 1945, con la urbanización de Punta Ballena y la construcción del famoso hotel La Solana del Mar (1946). En ambas situaciones se trataba de emprendimientos inmobiliarios diseños con el objetivo de capitalizar el paisaje natural.
