Con veinte unidades residenciales, situado junto a un estanque en el solar que antes ocupaba un almacén al aire libre, el complejo viene a responder a la creciente demanda de espacios para que los artistas vivan y trabajen. Las unidades se forman por el apilamiento de volúmenes conectados entre sí: un prisma rectangular contiene el taller mientras que otro, de geometría compleja, alberga el programa doméstico. La sumatoria de unidades crea una serie de espacios intersticiales que los artistas pueden ocupar para otras actividades.